Durante la oftalmoscopia indirecta, el paciente yace en posición horizontal en una camilla dentro de una habitación oscura. El médico dirige un haz de luz externa, primero sobre un ojo y luego sobre el ojo opuesto, mientras observa el fondo de ojo a través de un oftalmoscopio binocular colocado sobre sus propios ojos.
Este procedimiento no requiere preparación previa por parte del paciente, aunque en algunos casos se pueden administrar gotas para dilatar la pupila y mejorar la visión. El examen suele tener una duración de 5 a 10 minutos y proporciona al especialista una visión detallada de las estructuras oculares internas, facilitando la detección de posibles problemas oculares.